CÓMO DECIR LO QUE DEBE DECIRSE, SIN MALEDICENCIA

Dedicado a Marlaska, que me estará viendo y oyendo

José Echegaray (1832-1916), que fue nuestro primer Premio Nobel de Literatura allá por el año 1904, ya había escrito a esa fecha un sonoro drama en verso que tituló El gran Galeoto (1881). De allí esta estrofa:
Contra las olas del mar
luchan brazos varoniles
contra miasmas sutiles
no hay manera de luchar
 
El genio de gente maledicente que en este país siempre hubo, introdujo un tenue cambio y, a modo de bulo, resultó que donde decía miasmas sutiles, se vino a decir guardias civiles. Por tanto:
 
contra guardias civiles
no hay manera de luchar
 
Sin negar la trascendencia de tales mutaciones para con los derechos de autor, hoy -sin duda más que nunca hoy- su relevancia es toda para los derechos y libertades de expresión e información.

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