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‘Tales, la revista del relato corto’ – (ISNN2444-5028), editada en Málaga con la colaboración de la librería Ancora– incluye en su núm. 9 (2018) entrevista con Felipe R. Navarro, (Entrevistando a Felipe R. Navarro, por Gonzalo Campos Suárez, pp. 44-64). Las respuestas se ofrecen con la viveza y desenvoltura que caracteriza a quienes le conocemos. El maquetador ha elegido algunas frases, diagramadas en estilo ‘referencia’ para los destacados. Los profesionales de la imprenta llamaban ‘dados’ a estas visibles elecciones de síntesis o incomún asombro. Tales técnicas de composición espacial del texto me han parecido siempre inductoras a lo mallarmeano; es decir, que ciertamente “un golpe de dados jamás abolirá el azar”.
Entregarse al albur, a la contingencia en la lectura de las ágiles pero serenas respuestas de Felipe es más juicioso. Leer es aceptar un destino y con ello la peripecia, como nueva eventualidad, en hallar(se dentro de) la frase, el párrafo, o sólo la palabra que, agazapada, aguarda el paseo de la mirada comprensiva del lector. En diferido acecho me vigilaban unas líneas que, saliendo del camino y sobre cualquiera otras, han puesto zancadilla al devenir del discurso de los ojos, y he caído de rodillas, sobre ellas, hiriéndole de ellas. Dos grupos destaco –o se destacan de otros que (me) llevarían por diferente curso– y son éstos:
Uno: “Luego está el postcuento. Bueno, ya he dicho en alguna ocasión que no me gusta el término, porque parece que, de pronto, hemos descubierto algo nuevo, y yo non creo que sea así. La interpelación al lector, el hacerlo entrar al texto, el deja a la vista la carpintería y cuestionarla, el, de alguna manera, enseñar el truco –lo cual, como cualquier aficionado a la magia sabe, lo que encierra es otro truco– no es algo que se haya hecho sólo desde 2014 hasta ahora. Para mi está ya en Homero, está en Cervantes, está en Machado de Assis, cuyos textos serian quizás más postcuento que muchos de los que se consideran ahora.”
El otro: “Y claro, uno se siente más seguro contando una y otra vez lo mismo, pero yo no tengo intención de sentirme seguro contando, creo que además eso es peligrosos para el trabajo. La seguridad es mejor que sea la consecuencia final; estar seguro porque creo que he logrado contar. La identificación forma parte de la lectura y también de la escritura. Creo que es una obligación moral ponerse al otro lado, en el lado de las mujeres, cono en el lado de los más desfavorecidos por la biología, el tiempo y la historia. Esta obligación es de ciudadano, no sólo de escritor, pero también de escritor, porque un escritor actúa políticamente.”
Tengo la suerte de, casi a diario, oír a Felipe responder a preguntas que entre ambos nunca es necesario formulamos. Éstas son implícitas.
¡(Mi)enhorabuena!.
J.C.G.