Don Quijote , ed. de la Real Academia Española, Madrid, Joaquín Ibarra, 1780, 4 v.
Referencia a la ‘garrucha’ aparece en el
cap. LXIII de la Primera Parte de El
Quijote, donde a su in fine se
lee: «así como los que están en el tormento de la garrucha, puestos a
toca, no toca, que ellos mesmos son causa de acrecentar su dolor, con el ahínco
que ponen en estirarse, engañados de la esperanza que se les representa, que
con poco más que se estiren llegarán al suelo.»
Su empleo como tormento,
con funciones de prueba judicial en la investigación de delitos atroces,
comenzó a mediados del s. XVI y se aplicó hasta casi finales del XVII; Quevedo
y Hoyos señala acerca de él: «se siente más dolor que si le cortaran las
manos; y según lo afirma Francisco Bruno, quiere más el reo morir que padecerle
de indic., a. part. q. 2.
num. 6. Paz 5 part. I tom. cap. 3. & 12 num. 66«, cf.
Antonio Quevedo y Hoyos, Libro de
indicios y tormentos; que contiene toda la práctica criminal, y modo de
sustanciar el proceso indicativamente hasta descubrir el delito y delincuente y
ponerle en estado de condenarle, o absolverle, En Madrid: en la Imprenta
Francisco Martinez, 1632. Parte II, cap. I fol. 73 vto.
J. C. G.