Encuentro por azar, llevado por una curiosidad distraída, este cartoon con el que la American Bar Association de Chicago estimula el ingenio de ‘humor jurídico’ entre sus miembros proponiéndoles una votación entre tres ‘pies’ a fin de elegir el que mejor sintetice la comprensión de la imagen. Son:
• «No estoy seguro de qué camino tomará esta prueba». Enviado por Susan Wickes de Richmond, Indiana
• «Entiendo que las opiniones del juez Mickey pueden ser bastante tortuosas». Presentado por Bill Broz de Los Ángeles.
• «Como incentivo adicional, generalmente el juez tiene un bloque de queso cheddar esperando a cualquiera que pueda encontrarlo». Presentado por Todd Cranford, de Fairfax, Virginia
Fuente: Journal American Bar Association (Chicago)http://www.abajournal.com/news/article/cartoon_poll_which_mice-themed_caption_makes_you_smile_and_say_cheese
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Para amantes del buen queso
Sin pretensión alguna de interferir en este divertimento asociativo, es lo cierto -y hasta evidente-que la viñeta sugiere una conexión con las técnicas de laboratorio ideadas en 1907 por los doctores por John B. Watson y Harvey A. Carr, y que serían conocidas con el nombre de experimento Kerplunk. A partir de aquí, mi personal divagación.
Me parece poco discutible que la práctica forense presenta similitud con un laberinto de aprendizaje. También que, por semejanza a la conducta experimental observada por Watson y Carr, parte del tiempo los caminos se recorren mediante acciones-dilemas de detección error correction en busca de error-free data. La capacidad de corregir los errores sobre la marcha es, no obstante, limitada; así, en razón al principio de preclusión de los actos procesales. Esta limitación gobierna el discurso -recorrido procesal- en cada actuación, si bien instruye mecanismos de adquisición de habilidades para subsanar lo correspondiente en situaciones análogas que ulteriormente puedan ser reproducidas; es decir, retroalimenta el recorrido -el Proceso- a posteriori.
Por otra parte, en la conducta procesal no sólo intervienen, sin duda, estímulos ciegos -como pudieran ser hambre/satisfacción entre los roedores y, en derivada, desarrollo de destrezas (lex artis)- ni aquélla se mueve sin más a través de incentivos premiales -como pudieran ser la imposición de costas de acuerdo al principio de vencimiento objetivo (principio victor victoris). Las reglas procedimentales constituyen comportamientos que tienden a dirigir, o al menos orientar, los intereses –garantías– del Proceso, que deben ser considerados -a pesar de formar parte de la Ley ritual- no únicamente como parte de un rito de paso. Pero, precisamente por ello, eso mismo implica que su inevitable aceptación no excluya completamente la existencia de estímulos ciegos, cuya pre-tensión, siendo diferente a la materialidad láctea, puede actuar, en efecto, de manera similar. Es, más espiritualizada, la instigación -la incitación, y a veces también la tentación- a la materialización -ahora sí- de lo justo.
Sucede, sin embargo, que las hipótesis y/o falencias-confirmaciones que guían a lo largo del laberinto procesal el hambre de los ‘ratones’ en pos de la Justicia -el Gran Queso- no siempre ni necesariamente obtienen satisfacción, a pesar de presentar ‘respuestas’ apropiadas. Sus ‘respuestas’ al estímulo pueden ser adecuadas, y no ser correctas. Al menos, enteramente correctas. Puede haber aroma a queso -de hecho, siempre hay queso- pero a menudo es queso Gruyère. Un queso muy sabroso, ciertamente apreciado por el paladar del más exquisito gourmet; pero con demasiados agujeros. Un queso ‘imperfecto’ para el amante del ‘buen queso’.
Y esto, tratando de Justicia, siempre que no sea memorable aquel parámetro de estándar de experiencia (con tendencial aprovechamiento jurídico) que el abad riojano recordó a su despensero dudando de la calidad de la partida de vino que había adquirido para el convento:
– ¿Te lo dieron con queso?
J. C. G.