Dos operarios reparan las concertinas en la valla de Melilla, en la frontera entre España y Marruecos. Foto Laureano Valladolid/ EFE (18 de febrero de 2018)
Miguel Marín, Presidente de la Autoridad Portuaria de Melilla, es un jurista. Lo es porque sabe de
fronteras, Donde el Derecho se hace más presente es en las fronteras, porque
allí se inscribe, se escribe. Las fronteras no son espacios sin derechos, sino
todo lo contrario; constituyen el lugar del Derecho escrito, su inscripción.
Ayer, luego de que comenzara la instalación de concertinas en la zona
portuaria, Marín dijo: «El que cumpla la ley no va a producirse
ningún daño con la concertina». Marín ha hablado como un
jurista de la más auténtica estirpe kafkiana. Como In der Strafkolonie, la
infracción a la Ley se escribe con sangre; se graba en la piel, se corporiza,
se incorpora a la carne, se encarna cuando se encarniza en los cuerpos y los
descarna. Sólo que ahora ya no necesitamos la máquina inscriptora; se ha impuesto la autoedición.
Fabula docet
Enseñar la Ley es ensañarla; exacerbar su Letra. La Letra con sangre
entra. Más aún, la Ley es un cuajarón.
Epílogo
Miguel Marín es un fidedigno intérprete de
la Ley, y el mejor hermeneuta literario de Kafka que yo conozca. Llevo años
pensando y, hoy, Marín es el instante de la revelación. El fulgor de la irradiación.
Colofón
El checo no dejó discípulos. Es la razón
por la que padecemos la maldición de sus epígonos.
¡Tantas veces la realidad supera a la
ficción!
J.C.G.
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El roto El Pais (Madrid). 16 de febrero 2018