El ‘ferragosto’ sevillano rebosa de sorpresas llenas de amistosa frescura. Hoy, en el supermercado -el lugar preferente de mis inversiones- coincidí con el profesor Ángel López López (Catedrático de Derecho civil de la Universidad de Sevilla). Él me reconoció antes que yo a él, pero ambos somos reconocibles y más él que yo. Nos hemos conversado un café, y reconstruido atmósferas -eso que la Universidad de hoy ha extraviado- en un diálogo de tintes socráticos. La memoria es una delicatessen; debe tomarse con cuidado entre los dedos, tenerla en la boca y paladearla, y debe también no consumirse a diario. La memoria es para la celebración; el reencuentro con Ángel lo es siempre.
Y hemos tenido plática -siempre a la clara luz de sus palabras- sobre Derecho y Ciencia jurídica. Los fraseos fueron esta vez sobre Derecho Agrario, materia de su tesis boloñesa, y acerca de la hibridada naturaleza privada y pública que en él es paradigma, categorías que yo he interpretado desde la curvatura en las trasformaciones del Derecho, le dije. Concurrencias con un maestro que, naturalmente, estimulan y comprometen. Luego, intercambio de números de móvil y -Servicio de Correos mediante- de libros que enriquecerán mi biblioteca mucho más que los que desemboquen en la suya.
J.C.G.