José Gutiérrez Solana
París,
ed. de Ricardo López Serrano
y Andrés Trapiello
Editorial Comares
Col. La Veleta
Granada, 2008, 390 pp.
La hospitalidad de este Suplemento albergó con anterioridad entre sus páginas noticia sobre la estrenada recuperación a cargo de Comares, en su colección La Veleta, de los inéditos de Gutiérrez Solana reunidos como La España negra (II). Viajes por España y otros escritos. Un nuevo rescate nos depara ahora otra oportunidad, no menos gozosa, para el mejor conocimiento de una literatura tan singular como injustamente poco conocida. Libro inédito, de idéntica pulcra edición, también éste que felizmente (rara temporum felicitate) ha sobrevivido avatares de silencio y riesgos de extravío. La escritura solanesca ha cumplido, al fin, su ventura. Durmiente en el interior de una maleta-tesoro que fue transmitida entre depositarios sucesivos disimuló por más de medio siglo su existencia bajo distracciones y rutinas. Mas, como quiera que el destino es infungible, y su logro sólo cuestión de tiempo, llegó el día en que abrió a raudal sus entrañas, chorreantes de textos manuscritos y dibujos. Éstos, y muy escasos de aquéllos, aparecieron el año 2002 reproducidos en facsímil como Cuadernos de París, por iniciativa del Museo Reina Sofía y mecenazgo de la Fundación Marcelo Botín, acomodados en una caja semejante a la valija de procedencia. La diseñó el taller valenciano de Joan Dolc. Del millar de ejemplares no queda hoy uno en comercio. Los editores granadinos de Comares imprimen ahora la totalidad de los pasajes donde el trazo del pintor es puramente escritura, la que en Solana fue siempre, asimismo, estampa.
Son anotaciones y apuntamientos que sobre Paris tomó Solana entre febrero de 1938 y junio de 1939, mientras allí permaneció. Antes había partido de Madrid a Valencia, y de ésta viajó a París. Huía de la Guerra civil. Lo acompañaba su hermano Manuel. Vivió por entonces en el Colegio de España, donde también se encontraba Baroja. Don Pío, de pocos paseos, escribía allí en esas fechas su novela El Hotel del Cisne, de experimentación surealista en imaginería de sueños, luego publicada en Madrid el año 1946, con mutilaciones de censura y de otras prudencias propias. Solana tenía por mañanas y tardes divagar, e igualmente escribía. Era, sin saber si sería, su París. Una novela (?); acaso. Su escritura, como aquella barojiana, también se diluía por secuencias de anécdotas e historias parciales. Rara sintonía, pero con un límite irrebasable. El sobrerrealismo de Solana no bebía en lo onírico; se emborrachaba de la vigilia por el ejercicio deambulante, casi errabundo, en una ciudad que su ojo, su mirada, jornada a jornada, iba poniendo por escrito en tinta de aguafuerte. El París sonalesco es, ciertamente, una escritura acuafortista. Algo tan noventayochista, pero de genuina de identidad, por todo intransferible, tratándose de Solana.
A las páginas de este Suplemento cultural he traído testimonios de visiones parisinas como la de Azorín, en un Paris bajo el fuego del Gran Dragón (1914), o de Xenius, para uno finisecular que ya anunciaba las migraciones vanguardistas. Ni ellos ni otros miraron con la lente tintada de amargura del expatriado, del refugiado, mucho más anímica, proyectando un punto de vista auténticamente original y extraño. Solana mira aquello que antes ninguno supo ver, o tal vez ignoró, y lo escribe y descubre. Son las escenas del metro, de la ciudad bajo la nieve, del barrio judío, de pequeñas fiestas, de libreros de viejo y mercadillos de ocasión, de percances cotidianos…. Pero donde la intensa expresividad de ese París revelado cobra especial relieve literario será, sobre todo y cómo no, en los paisajes humanos que de él reviven; el derrumbado ambiente de los “clochards” a orillas del Sena, la inmóvil hilera de mendigos y pobres a espera de gachas, el cabaret y submundo de las putas, la compañía muda y tierna de los perros, los traperos de la rue des Entrepôts, los merenderos, los cementerios. Solana merodea y hurga en esa geografía urbana de criaturas y lugares gestionando el incierto albur de su escena histórica en la memoria. París, un libro para la inteligencia de una lectura que soporta colores fuera de temporada, en la inclemencia, aunque más rigurosos, más puros y verídicos.
Publicado en el diario El Mundo. El Mundo Málaga. Suplemento cultural «Papeles de la Ciudad del Paraiso», núm. 28, ed. de 27 de febrero de 2009.